martes, 20 de mayo de 2008

Pasajera en trance

Accidental y breve. No permanente y circunstancial. Algo así también como un andariego, un aficionado a caminar o a viajar. Son momentáneos, su paso casi no se percibe en la mayoría de los casos para los demás, pero sí para ellos. El poco tiempo que pudieron presenciar en un lugar sin lugar a duda no es un mero verbo. No es pasar por pasar... no es caminar solo por el hecho de caminar... no es transitar por transitar.
Un pasajero, un andariego va en busca de algo que ni ellos saben muy bien qué es. El azar, eso tan pecular del viaje los sorprende. Les brinda y les quita. Les hace cargar una mochila más pesada, pues todo viaje hace que la mochila sea más pesada pero a la vez también más liviana. Claro que es posible desprenderse de cosas en el camino también.

Tiempo, viaje y crónica

Kymonos en la tierra roja logra la evocación de imágenes sensoriales, que por supuesto no vemos directamente pero que el autor logra hacer llegar a nuestra mente. Rodolfo Walsh nos invita a viajar en la temporalidad de los sucesos, nos hace inquietar. Arrancando de atrás para adelante, explicando de a momentos con más detenimiento, con más pausa... luego más apresurado y menos detallado. Este tire y afloje, esta marcha y reversa, nos hace estar bien atentos y hasta llega hacer perdurar lo imperdurable.
Tiempo... viaje... crónica, -y agregaría despedidas, partidas- resumen perfectamente los sentimientos e ideas que transmite Walsh en su escrito. Las partidas, descriptas sin demasiados detalles en su mayoría, sin embargo dan cuenta de una sucesión de tiempo mucho mayor y más significativa.
La tarea del cronista, tan similar a la de un etnógrafo quien lleva consigo su diario donde plasma todas sus experiencias como sentimientos, está demostrada claramente aquí. Sin recurrir con demasiada frecuencia al famoso "yo" primera persona, comentando sensaciones y apreciaciones subjetivas notamos a quién pertenece esa voz que nos habla, que nos cuenta como si la historia estuviese pasando ahora.
Walsh, junto con su amigo el fotógrafo, recorre y logra hacer que uno viaje a ese tiempo que el está describiendo y hasta verlo reflejado en el hoy; consigue vigencia. Uno cree que lo que el periodista escribe para un día determinado y que al posterior eso se olvidó y caducó. Bueno, no es este el caso. En esta crónica el periodista permite que hagamos como un detenimiento del tiempo. Es como si el tiempo no hubiese pasado, pues hoy seguimos igual... podemos apreciar situaciones muy parecidas a las descriptas en Misiones de los '60.
A su vez, este corto apartado que leí, por más acotado que sea en sí causa un efecto mucho más duradero que el esfímero tiempo que lleva leerlo. Es corto pero el viaje es largo. El tiempo transcurrido es mucho y a la vez perdura en el hoy.

sábado, 17 de mayo de 2008

El último viaje

El pasado jueves 15 de mayo, mientras leía la sección de "psicología" del diario Página 12, me encontré con una nota sobre el escritor francés Louis-René des Forêts (por supuesto que no lo conocía hasta leer este artículo). Este escritor, aparentemente "escribió una serie de textos, redactados en tercera persona, donde da cuenta de la experiencia de la muerte próxima. La escritura finalizó con el fallecimiento del autor, el 30 de diciembre de 2001". No pude salir de mi asombro al leer este epígrafe. Entonces lo primero que vino a mi mente fue la idea del último viaje. El sabía que moriría y entonces decidió emprender su último viaje. ¿Cómo será ese último viaje?, ¿Habrá sido realmente el último viaje?.
No sé, me parece fantástico: "El poco tiempo que te queda para gemir sobre tu suerte, apresúrate para reír hasta las lágrimas". Con esta simple frase, de la cual todos podemos hacer uso, escuchada y leída en tantos lugares aquí toma otro sentido. Realmente el lo siente así, sabía que se acercaba la muerte y la esperó preparado. La esperó en su viaje...
"se dice el viajero previsor, las cosas pueden cambiar de tal modo que no nos molestará, llegado el caso, tener ese equipaje a mano para enfrentar cualquier eventualidad".

miércoles, 14 de mayo de 2008

"La voz de Luca"

Parecía una vez más de las tantas que tomo el subte que une la calle Leonardo N. Alem con Los Incas. Sin embargo, esta vez no estaba dirigiéndome a la calle Franklin para cursar; esta vez me bajé en la estación Carlos Gardel con destino al Abasto.
Tantas veces había leído en el mes los carteles en las estaciones que decían: “zona BAFICI” que sentía una gran emoción e incertidumbre mientras preparaba mi libreta de anotaciones. Me sorprendí al llegar y encontrar que no podía caminar sin toparme con otros jóvenes por las calles. Además, noté que todos se dirigían al mismo lugar que yo: al pasaje Carlos Gardel, entre Jaures y Anchorena. Esto le agregó todavía más suspenso a mi jornada. Pues por un lado, nunca imaginé que semejante muchedumbre asistiría al documental de Luca Prodan ya que éste sería un reestreno -un año antes se había estrenado y presentado al público-. Por otro lado, tampoco pensé que tanta gente en general, iba al festival.
El BAFICI es el Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente. Cabe mencionar esto ya que, al denominarse Independiente, me imaginaba un evento con mucha menos asistencia y menos publicidad. No obstante como bien dije antes, la famosa frase zona BAFICI estaba por toda la capital. Por parte del gobierno de la ciudad hubo una insistente y colorida (colorida por el formato de la campaña en general, característica típica del gobierno porteño de turno) invitación a todos para ir y experimentar este evento de los devotos del cine. Acá reside creo, mi segunda equivocación: no es un festival exclusivo o de interés para cierta gente, que eso es lo que me daba a pensar el término Independiente, amante de la cinematografía y los guiones. A medida que iba caminando por Corrientes hacia la famosa zona BAFICI -en una de sus tantas sedes-, noté que allí asistía todo tipo de público. No solo aficionados y estudiantes del rubro, siempre estereotipados por la sociedad como aquellos que usan prendas raras y anteojos con marcos negros. Sino que, por el contrario había una gran variedad de audiencia. Desde estudiantes que se encontraban allí por mera obligación –que se notaba en sus rostros- hasta cualquiera que optó por ir en su tiempo de ocio. Eso me gustó. Creo que la campaña publicitaria en ese sentido fue efectiva: se dirigió hacia todos y todo tipo de público asistió. Más aún, cualquier evento cultural siempre es bueno que sea bien recibido y visitado por decenas de personas como sucedió aquel sábado 16 de abril por la tarde en el Abasto.
Para saber un poco más de la modalidad del evento, me parece interesante retomar una nota publicada en el diario La nación que demuestra lo que significa para los directores que presentan sus films en el BAFICI, el término independiente.
Gabriel Medina, uno de los directores que participa del BAFICI, manifiesta que es independencia en cuanto a que son películas que no tienen la necesidad comercial de entrar dentro de determinados cánones o determinadas estructuras narrativas dominantes. Celina Murga, otra directora, cuenta que muchas veces la palabra independiente crea confusiones en las personas. Se cree que es un cine hecho con poco presupuesto, pobre técnicamente y muchas veces nada tiene que ver con esto. El cine independiente para ella representa una propuesta estética y ética de lo que se quiere contar y cómo se quiere contar, de asumir riesgos. Más aún, significa libertad, ¿de qué? De probar cosas nuevas en cuanto a estructuras o maneras de contar. Es decir, sacar más las cosas de la vida y no de otras películas.
Volviendo un poco a mis andanzas, más allá de lo impactante que fue chocarme con las personas que luchaban por conseguir un lugar para ver el documental, hubo otro hecho que cambió mi jornada. Llegué sobre la hora, caía la tarde del sábado. Me senté rápidamente en el suelo delante de todo para poder tener una buena visión y escuchar claramente.
Cuando se apagaron las luces que iluminaban el pasaje, una se centró e iluminó el mini-escenario montado y apareció Rodrigo Espina, director del documental del cantante de Sumo. Dijo en pocas palabras y frases cortas, cosas hermosas y creo que hasta profundas. Presentó el documental, contó lo que le había costado terminarlo y cuántos años de preparación le llevó. Así dio prosiguió y dijo la frase por excelencia: “Luca vive gracias a todos ustedes. Ésta fue la voz de Luca”. Una ovación que no permitía que uno hable con el de al lado y escucharse, colmó el pasaje Carlos Gardel. Todos los jóvenes, con la cara de Luca impregnada en todas sus remeras, se emocionaron al escuchar semejante frase que para algunos pudo no haber sido significativa, pero para mi le dio un toque emotivo y de mística. Escucho Sumo desde hace mucho por influencia de hermanas mayores. Me conmueven muchas letras y creo que sin duda fue un icono en la historia del rock nacional. Sin embargo, la mística de su persona nunca me había penetrado. Creo que la entendí mirando el documental.
El film comienza contando mediante la madre del cantante, cómo y dónde fue que nació esta persona que luego sería tan idolatrada por varias generaciones. Luca George Prodan nació en Roma el 17 de mayo de 1953. Su padre era un italiano especialista en arte oriental, mientras que su madre era escocesa. Su familia pertenecía a la aristocracia italiana y por ende, tenían un alto grado de poder adquisitivo del cual Luca nunca fue partícipe ni simpatizante. Era un a época muy complicada en Europa y su madre comenta cómo vivían entre huídas, represión y campos de concentración durante la Segunda Guerra Mundial. A medida que va contando esos hechos, esta mujer se torna un personaje cómico. Describe todas las anécdotas más graciosas de su hijo con un tono muy humorista y afirma que desde pequeño, Luca era revoltoso y rebelde. Esto a su padre no le gustaba lo que ocasionó que la relación entre ambos no sea buena. Luca cuestionaba mucho a su padre, y esto, según Cecilia Pollock (el nombre completo de su madre) no se podía hacer. Al parecer el papá de Luca era un hombre muy conservador y autoritario.
Luca fue educado en uno de los mejores colegios de Europa (el Grodonstown College), cuenta su madre a la cámara. Y seguido de esto, nuevamente con mucho humor cuenta cómo fue que su hijo se escapó de la institución. Hasta INTERPOL lo buscaba. Estuvo viajando por Europa, hasta que una mañana su madre lo encontró en una esquina de Roma. Al encontrarlo, la relación con su padre se tornó todavía peor. Luca no paraba de quejarse y de decir que el sistema educativo y político italiano “era idiota”.
Prodan tenía una vocación particular por la música y fue en Inglaterra donde formó su primera banda: "New Clear Heads". Por supuesto que para sus padres esto no era bien visto ya que consideraban que el debía formarse académicamente. Pero Luca, insistente y rebelde quería hacer lo que el quería: música. Fue así cómo comenzó con los peores vicios y padeció su primera enfermedad grave, una infección en el hígado que lo llevó al coma. Luca era adicto a la ginebra. Cecilia sigue contando, siempre con humor, cómo fue que se recuperó y que el estado italiano lo tildaba de “enfermo mental” y una vez hasta terminó preso por tenencia ilegal de drogas. Una voz en off, del cantante expresa que escribió sus mejores poesías mientras estaba encerrado.
En 1981 aceptó la invitación de un amigo que vivía en un campo de Córdoba y vino para las sierras de Mina Clavero, sin hablar ni una sola palabra de español y planeando comprar vacas con todos sus ahorros. “Winter en las sierras” cuenta uno de sus tantos amigos que aparecen en el documental, fue su primera canción en Argentina. Alejando Sokol dice que las letras de Luca él las escribía para descargarse. Al poco tiempo se aburrió de la tranquilidad y se mudó a Buenos Aires, concretamente a la localidad de Hurlingham. Con un grupo de amigos tomaron la iniciativa y gastaron toda la plata en equipos: Germán Daffunchio tocaría la guitarra; Alejandro Sokol el bajo y Stephanie Nuttal, una amiga inglesa, la batería. Sumo se formó en 1981 y debutó en febrero de 1982 en la galería de una casa. Su madre continúa contando cómo fue que vivió ese momento de estar lejos de su hijo y cómo el se mostraba hostil para con ellos.
Sus compañeros de banda, dicen que era increíble cuando subía al escenario: por más ginebra ingerida, el escenario lo transformaba y no hacia evidente que estaba tomado o que había consumido sustancias ilegales, como ya desde hace mucho había comenzado hacer. También, describen cómo era el momento en el que el líder del rock de la época tomaba un micrófono, todos coinciden en lo mismo, “se transformaba, el no actuaba, vivía la vida”. Entre más cuentos de su vida, los integrantes de Sumo explican que Luca “era un tipo común. Iba a sus propios shows en colectivo de línea donde a veces se cruzaba con los fans y no podían entender cómo era que iba a su propio recital”.
Cuando escuchaba esta parte del documental hasta yo no podía creer cómo era la vida de Prodán. Sumamente bizarro y exaltado era como transcurrían sus días. Comenzaba a entender el por qué de tanta fascinación hacia el. Luca no era la imagen típica de un rockero, era un chico común y desinteresado. Por eso ahí comencé a afligirme. Corría el ’85 y otra voz en off del cantante dice que lo malo ya le estaba ganando al cuerpo. El legendario cantante había caído en la adicción por la heroína y nuevamente la ginebra. Mientras tanto en la estrecha calle peatonal, caía la noche. El cielo estaba oscuro y la tristeza crecía, comienzan a relatar cómo iba decayendo, cómo y en qué momento se inyectaba su elixir y una voz femenina lo describe como una bestia humana sensible y agresiva. Cuando miré el reloj ya daban las 19:25, el ritual estaba terminando. Al son de “fuck you” todos movían sus cabezas y miraban al cielo como implorando a alguien. Luca Prodán murió el día 22 de diciembre de 1987 por la madrugada.
Noventa minutos, el tiempo justo para recordarlo. Como era de esperarse, toda la ceremonia terminó con uno de sus éxitos.
Comencé a caminar hasta la boca del subte, esquivando caras tristes, algunos llorando, otros lamentando la agitada vida que llevaba y que lo condujo a la muerte y otros preguntando dónde podían conseguir material inédito para saciar sus oídos. Tomé el subterráneo y guardé mi libreta, feliz de haber asistido al rito del sábado por la noche. Finalmente entendí la misticidad de este hombre.