lunes, 7 de julio de 2008

Estar allí

Los antropólogos muestran la relación con los otros, con la cultura. Siempre se preocuparon por cómo construir algo verdadero del otro. Esta dificultad, también la encontramos en la crónica. No inventamos que fuimos a “ese” lugar, ese es el límite al relacionarnos con el lector. Cabe decir que, en un cuento esto sí es posible pero no en la crónica.
Geertz plantea que los etnógrafos necesitan convencernos no sólo de que verdaderamente han “estado allí”, sino de que, de haber estado nosotros allí hubiéramos visto lo que ellos vieron, sentido lo que ellos sintieron, concluido lo que ello concluyeron. Esto me parece sumamente interesante de analizar. Un cronista diríamos que casi tiene que realizar la misma tarea. Con sus descripciones acabadas y detalladas, con la intertextualidad para mostrar veracidad, con los diálogos que incluye, debe poder mostrarnos que realmente el ha estado ahí.
Cuando realicé mi crónica del BAFICI, me vi en ese mismo problema. Tomé nota de absolutamente todo: los nombres de las calles, las estaciones de subte, diálogos mientras me acercaba y me alejaba del festival. Todo ¿Para qué? Para que puedan apreciar el recorrido que hice hasta llegar allí, para mostrar que verdaderamente he visto la película, para enriquecer aun más el viaje agregando diálogos de personas que estaban allí; que yo estaba allí.
Geertz plantea también que meterse en su propio texto puede resultar muy difícil para los etnógrafos al meterse en interior de una cultura. Al cronista le sucede lo mismo. Éste, como vimos por ejemplo con Caparrós, se sumerge en la cultura del otro: lejano, incierto. Y debe poder desentrañar lo que le sucede, cómo vive, qué hace.
Es la misma tarea y la misma dificultad. Salvando las distancias de los objetivos que le conciernen a cada uno, por supuesto.

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